Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol
(Opinión) |
Todos los partidos políticos dominicanos
padecen el síndrome del estancamiento ocasionado por las viejas figuras.
Los eternos cabecillas, que no fueron líderes máximos, pero que han sabido
cosechar el nombre conseguido en las luchas juveniles.
Ya es hora de que todos los partidos
políticos procedan a cortar de raíz a los viejos robles. Son entes anacrónicos
que no caben en la estructura política nacional, salvo que sea para re-encaminar
pasos hacia los fracasos.
Esos viejos robles, nunca fueron jóvenes.
Se hicieron viejos en su primera juventud, siguiendo a pie-juntillas a sus
líderes máximos, y cuando éstos sucumbieron a un proceso biológico, vivieron de
su nueva eternidad.
Hoy se necesita a líderes políticos que
estén sintonizados con la juventud de ahora, con los problemas de hoy. La
lucha de los sesenta, de los setenta, de los ochenta y de los noventa, es parte
de una historia ya finiquitada.
Esos viejo robles no pudieron llevar a cabo
cambios estructurales en sus partidos, y por el contrario, como un as bajo la
manga, trataron de resguardar lo que habia, lo que tenían, a pesar de su olor a
rancio, con letras difusas del
contexto de libros políticos desplazados por la nueva retórica.
Lo malo es que hoy los añejos de todos los
partidos políticos rehúsan dejar su silla, y entregársela a nuevas caras, a
nuevas ideas. Los jóvenes, en vez de
luchar por sus posiciones generacionales, lo que hacen es ponerse a la sombra
de los caciquillos, para tratar de sacar beneficio a pelear en conjunto, o ser
amplificadores de ellos.
Los problemas ancestrales de hambre, de
miseria, de falta de educación, de nula asistencia médica,
de libertades políticas, sindicales y económicas están presentes hoy, como
estaban presentes en el 1961
a la caída de Trujillo. Son
esos mismos dirigentes de ayer, los que hoy siguen montados en el estribo.
El avance de los partidos políticos dominicanos indica que gente
nueva, sin mentalidades obsoletas, son las que tienen que tomar el relevo. Esa
lucha generacional puede fragmentar a todos los partidos, si con tiempo no
comprende un sector que ya le llegó su hora de descansar.
Los empresarios, contrarios a los políticos, ya se renovaron,
tienen nuevas caras, y estan retirados los viejos ogros del empresariado, que
enfrentaban a Bosch, a Peña Gómez y eran amigos de Balaguer. Una de las causas
por las que el empresariado, la clase dominante, mantienen el poder sin mucho
esfuerzos.
Sin cambios, llegará el terremoto incontrolable de la lucha
clasista-generacional. Una ley de la vida es indetenible: lo viejo tiene que
echarse a un lado, para que nuevos aires dirijan la política nacional.
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