Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol
Manuel Hernández Villeta (Opinión) |
Los dominicanos gustan de levantar banderas de gestos
históricos, sin haber derramado sangre, ni ponerse de luto. Pero lo más
doloroso, es que se rebuscan fechas históricas, y gritamos bondades y dolores,
sin hacer el análisis de cómo pasaron los hechos.
Cada proceso histórico tiene sus raíces y sus efectos
colaterales. En el papel, el inicio de una revuelta por reivindicaciones
sociales, puede terminar siendo el efecto colateral de una dictadura. Por eso,
si el pasado no se estudia con objetividad, se van a cometer los mismos
errores.
Los tres hechos principales en la historia dominicana son
levantados como una consigna intocable de los que gustan de las efemérides
patrias, pero nadie los somete a un análisis profundo, y los historiadores
toman el camino fácil de levantar la heroicidad y ya.
Fueron desvastadores y aniquiladores para el pueblo los efectos
colaterales de la lucha por la Independencia Nacional, el 27 de Febrero, de la
Restauración, en un recordado 16 de agosto y la revolución de abril del 1965.
Se logró la Independencia Nacional, con un frente de todos los
sectores que habitaban la media isla, en su lucha contra Haití. Pero cada
segmento tenía sus ideas de como debía seguir el camino, ya sin la
intervención haitiana. A los pocos meses de proclamada la
Independencia, los seguidores de La Trinitaria estaban huyendo, muertos o en la
cárcel.
Pedro Santana convirtió la independencia en una jornada
inconclusa, y la naciente constitución, en unos papeles hechos (tirados) a su
imagen y semejanza, pero que en nada beneficiaban al pueblo.
La Restauración también fue un frente de masas para luchar
contra los españoles, pero en su seno llevaba la anexión de Buenaventura Báez,
y las guerras intestinas, de la cual nunca hubo una recuperación, hasta caer en
la feroz tiranía de Lilís.
El Grito de Capotillo reivindicó la soberanía nacional, pero la
salida de los españoles fue empañada por las guerras civiles interminables, los
gobiernos despóticos, la existencia al mismo tiempo de hasta tres
gobiernos y sobre todo el surgimiento de la entrega de recursos naturales
y económicos a los Estados Unidos.
La unidad es para la acción. Se da en un instante, contra un
enemigo común. Fuera de ahí, hay la lucha sin cuartel y sin control, para cada
cual determinar que tiene la fuerza, aunque no la razón.
Muchas de las desgracias actuales de los dominicanos devienen de
qué la falsa izquierda pensó que la revolución de abril había triunfado
política y militarmente, y se lanzó con lo mejor al campo o a los comandos
urbanos.
Si analizamos la historia y el devenir político, evitaremos
cometer errores muy costosos.
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