Sueños eternos
A Pleno Sol
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Manuel Hernández Villeta (Opinión) |
La vieja izquierda, cansada, con canas y bastón, sigue petrificada en el
pasado, con sus momentos de gloria y de triunfos que nunca dieron
pie para llegar al poder. Sin hacer jamás una autocrítica, no se atreven a dar
pasos hacia el futuro.
El tiempo los sepultó. Hoy nadie reivindica un amplio programa de
conquistas sociales, y la izquierda, en vez de retomar ese planteamiento, se
pierde en sus pleitos internos.
Uno de sus principales enemigos, fue la ira interna. Los izquierdistas
enfrentaron a sus compañeros de ideología, porque unos eran pro-Unión
Sovietica, otros pro-chinos, unos pro-cubanos, otros seguidores de Albanía…¿Y
qué?.
Se cayó el bloque comunista internacional, y nadie aprendió la lección, ni
siquiera un planteamiento de unidad. Lo que por regla política tenía que ser el
mayor triunfo del movimiento de izquierda, su salto adelante, lo
fraccionó, lo minimizó y lo atomizó.
De la revolución de abril salieron más de una docena de movimientos de la
llamada izquierda dominicana, que mientras enfrentaban a Balaguer, tenían a sus
compañeros como su segundo enemigo.
Hay ahora una polémica sin importancia, sin validez y fuera de tiempo. Se
discute quién fue Caamaño antes de la revolución. Qué fuera lo que a él le dio
la gana. Caamaño reivindicó su pasado con las armas en las manos y su sangre
vertida en la lucha popular.
Los posibles pecados de Caamaño, lo engrandecen, porque es una demostración
de cómo un hombre puede cambiar cuando pone a la Patria antes que sus deseos
personales. Y ya. En el mundo dominicano de hoy, Caamaño es piedra de historia,
y lo que importa en el acto es la situación actual nacional.
La izquierda es incapaz de presentar un movimiento contestario, opositor,
de reivindicaciones y a lo más que llega es a plantar una casa de campaña en
lucha por Loma Miranda.
En el país se necesita una gran reinversión social, es necesario que se
luche por mejorar las condiciones de vida de los obreros, de los campesinos, de
la clase media, de los empresarios con sentido social. Por sus ataduras y
compromisos, eso no lo pueden llevar a cabo los partidos del sistema. En el
camino no hay corredores para llegar a esa meta.
La derecha busca adecuarse a los nuevos tiempos para seguir siendo eje de
poder, sin importar sobre el lomo de que partido, y la vieja izquierda sigue
escuchando, como en los sesenta, la llegada de la revolución inminente.
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