Por Francisco Luciano
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Opinión |
Hace unos meses junto al compañero Máximo de la Cruz
acudimos al Brasil, como invitados al 8vo Congreso del PT, teniendo la oportunidad de
participar de un conversatorio efectuado entre el presidente Lula y un conjunto
de líderes y dirigentes políticos de todo el mundo.
En la oportunidad el
propio Lula, tuvo a bien explicar las características del acoso político al que
estaba sometido el Partido del Trabajo, con denuncias temerarias de corrupción
vertidas contra sus dirigentes y militantes, por parte de la derecha brasileña,
en busca de desarticular a esa fuerza política e impedirle acudir a las
elecciones de 2018, sentenciando que concentrarían todos sus esfuerzos en
judicializar las falacias esparcidas en contra de su persona para intentar
inhabilitarlo como posible candidato a la presidencia.
Lula en un aguzado
español, explicó cada acusación que se le ha formulado y muy particularmente,
la que le atribuye ser propietario de un apartamento de lujo a la orilla de la
playa.
Ahora que un tribunal
de apelación ha ratificado la condena de primera instancia, entiendo su
expresión de que “todas las falsas imputaciones contra nuestra persona tendrá
que fallarla el supremo, pero les aseguro que cada mentira pronunciada será
desmontada”. “Yo, he probado mi inocencia y ahora le toca a los jueces
políticos, probar mi culpabilidad”.
A Lula lo han condenado en apelación a doce años y un mes de cárcel por
supuestamente ser el propietario de un inmueble del que no se ha podido
presentar un título, ni un contrato de compra venta que lo ligue al mismo y
peor aún donde los recibos por concepto de pago para servicios de agua, energía,
basura y arbitrios, así como los impuestos de propiedad suntuaria, están a
nombre y son pagados por la persona que afirma haber cedido el apartamento a
Lula.
De acuerdo con los
más reputados expertos del derecho, con Lula se ha violado el principio de la presunción
de inocencia y peor aún, no ha mediado el fardo de la prueba, entre su palabra
que niega toda responsabilidad en el asunto y la de un confeso condenado que
afirma lo contrario en el marco de una negociación de este con la justicia,
buscando le sea condonada su pena.
Aunque a este caso le
falta un largo tramo por recorrer en el camino de los tribunales, pues Lula
tiene el derecho de accionar el mecanismo de revisión de dicha sentencia, la
apelación ante el supremo y finalmente la demanda en casación, de
materializarse las pretensiones de condenarlo a toda costa en violación a todo
principio del derecho, la humanidad estaría asistiendo a la criminalización de
la política como actividad social, mediante la atribución de castas
minoritarias enquistadas en el poder judicial, para decidir, bajo cualquier
farsa, quien puede o no, aspirar a las posiciones políticas en la sociedad.
Estamos presenciando
la vulneración de los derechos democráticos de los ciudadanos, ya no bajo la
represión militar, sino victimas del mallaste de jueces negadores de justicia y
parcializados al servicio de los mismos que durante milenios han sumido los
pueblos en la barbarie de la miseria y la inequidad social.
Algunos políticos que
aplauden o callan frente a esta trama, por odio, rivalidad o diferencias con
Lula, actúan como ilusos, pues los precedentes y tecnicismo que hoy son usados
contra el uno, mañana cuando cambie la correlación de fuerzas, podrán ser
usados a conveniencias contra los otros.
A Lula, al PT y a las
ideas que representan solo les queda el camino de la movilización y la
educación de las masas, para que sea la mayoría quien imponga la democracia.
Durante toda su vida
Lula ha logrado alcanzar sus objetivos personales, sociales y políticos
enfrentando las adversidades en un nado contra corriente, cuál Salmón que
resiste ser arrastrado por la corriente hacia las aguas profundas y salinizadas
del mar, con el único propósito de llegar al lugar donde el río hace su remanso
de aguas calmadas para fecundar y multiplicarse.
Sabemos que los
poderes a los que se enfrenta, carecen de escrúpulos y lo intentaran todo, para
evitar su regreso a la presidencia del Brasil, pero también conocemos de su
genio e ingenio para conectar con el pueblo y organizarlo sobre la base de la
verdad y la razón.
Confiamos en que como
siempre saldrá airoso frente a estas tempestades que amenazan con borrarlo, no
solo como candidato, sino como el modelo de éxito que es, frente a la lucha
contra la miseria y la exclusión social.
El autor es docente universitario y dirigente del PTD.
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