Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno Sol
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Opinión |
Un gran pacto social para enfrentar la delincuencia, puede ser una
necesidad. Cada quién puede tener sus prioridades en la lucha contra la
violencia, pero la unidad para enfrentarla es necesaria.
En esta ocasión, es el jefe de la Policía que hace un llamado para que
se dé un gran pacto nacional para enfrentar a la delincuencia. Con otras
palabras y otras ideas, hemos sido partidarios de una lucha conjunta, de todos
los sectores, para acabar con el pandillerismo.
Se sobre entiende que hay tipos de violencia que tienen que ser
enfrentados desde un parámetro distinto, como son la corrupción administrativa,
los delitos electrónicos, bancarios, estafas de alto nivel y violaciones de los
cuellos blancos.
Agrupar todos los actuantes en la violencia y el robo en un solo nivel,
sería un error. Contra todos hay que luchar a tiempo completo, y contra todas esas manifestaciones de las
violaciones de las leyes, se tiene que ir a plantear un alto en base a la
unidad e integración colectiva de los diferentes
estamentos de la sociedad dominicana.
En este comentario, y sabiendo el lector de que vamos a comentar en
próximos a los delitos de cuello blanco y otras manifestaciones de la
violencia, nos vamos a referir a los canteros donde florece la delincuencia
común, la cuna de los sicarios, de los pandilleros, de los soldados del crimen
organizado.
Desde luego nos referimos a las capas medias y baja de la población que
son los más desamparados, y donde siempre caen los actuantes en los llamados
intercambios de disparos. La violencia callejera no podrá ser controlada si
primero no se va a la prevención y a mejorar las condiciones de vida de los
moradores de las villas miseria.
Un acto para acabar con la violencia y el pandillerismo tiene que ir
dirigido a mejorar las condiciones de vida de los que no comen, de los que no
van a la escuela, de las chicas que se prostituyen, de los jóvenes que ante la
ausencia familiar buscan en la pandilla amistad y dinero para resolver sus
problemas.
Hay que ir a los barrios sin saco y sin corbata, sin vehículos de lujo,
sin armas rastrilladas y hablar en las aceras y en los patios con los jóvenes antes
de que den el paso en falso, con el cual terminarán en la cárcel o el cementerio.
El Procurador General de la República, la fiscal y el Jefe de la Policía tienen que ir a los barrios marginados
y hablar con los miembros de los clubes culturales, deportivos, las amas de
casa, los religiosos, y darle confianza, tender la mano y abrir puertas a la
esperanza.
Es necesario un pacto nacional contra la delincuencia, pero el mismo no
se podrá cristalizar si persiste la exclusión social, el hambre, el abandono y
la esperanza no pasa de ser una hierba verde que se la comió un caballo.
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