Opinión |
Si bien es cierto que existe consenso en la necesidad de actualizar la legislación que norma a las cooperativas, también es cierto que existen prismas con intenciones diferentes sobre el alcance que debe tener la revisión.
Mientras unos plantean la necesidad de modernizar la Ley para hacer a las cooperativas más eficientes, basadas en una regulación de régimen especial que tome en cuenta su carácter mutualista, de propensión al ahorro y con función de autogestión. Otros, demandan que las cooperativas sean consideradas instituciones de intermediación financieras y que se les aplique las mismas regulaciones que rigen para el sistema bancario.
Otros llegan más lejos en su planteamiento de desnaturalizar a las cooperativas y plantean romper unos de sus principios fundamentales, el de la integración, sugiriendo que la Ley permita instalar en el país más de una confederación nacional, bajo el supuesto constitucional de la libertad de asociación, olvidando que el cooperativismo es un solo en todo el mundo, tanto en su accionar, como en sus formato organizacional y en sus fundamentos filosóficos.
Habría que establecer que las cooperativas son asociaciones de personas que se unen al amparo de la Ley 127-64 con el propósito de hacer frente a situaciones problemáticas que les son comunes.
Que estas se fundamentan en la promoción de los valores y principios de la cooperación universal, constituyendo un modelo de empresa de carácter económico y social que no tiene como propósito el lucro.
Que está organizado en todo el mundo sobre la base del principio de la integración, y que tiene definida su estructura orgánica en el Código Cooperativo Universal, de la siguiente manera: a) Cooperativas de Base, b) Federaciones por Tipos o Territorios. C) Una sola y única Confederación por país y d) Un organismo único de orientación filosófica a nivel mundial que es la Alianza Cooperativa Internacional, ACI.
Que las cooperativas solo realizan operaciones entre sus asociados, por lo que el excedente o beneficio de sus operaciones es generado y redistribuido entre los mismos, ya que es parte de sus mismos ahorros.
Y que las cooperativas no compiten entre sí, sino que colaboran las unas con las otras para mejorar el sistema y de esa manera beneficiar a sus asociados, basados en el principio de cooperación entre cooperativas.
Quienes desconocen el qué hacer de las cooperativas y su impacto en el ámbito social en que se desenvuelven, solo ven el volumen de recursos económicos que sus activos presentan, perdiendo de vista que se trata de un sector integrado por más 900 entidades que agrupan a casi dos millones de personas y no de entidades de uno o dos dueños limitados que buscan fines pecuniarios para sí, lo que les lleva a pretender tratarlas como entidades de intermediación financiera pura y simple e imponerles las normas prudenciales que rigen la banca especuladora de capitales.
Es ese desconocimiento el que les lleva a formarse el juicio de que todas las cooperativas son iguales en tamaño, por lo que de imponerse el despropósito de regularizarlas con las normas aplicadas a la banca, equivaldría a dejar a la mayoría de estas sin capital de operaciones, lo que vale decir disolverlas, tirando por la borda todos los esfuerzos realizados por el ciudadano presidente de la República, que ha venido actuando como un promotor de las mismas a sabiendas de que estas son un medio idóneo para promover la integración y la autogestión en el correcto camino de promover el ahorro y atacar con posibilidades de éxito la pobreza.
Un grupo de quince “cooperativas” agrupadas en la Asociación de Cooperativas de Ahorro y Créditos Rurales, ha insistido en su deseo de someter las cooperativas dominicanas a la supervisión y normas bancarias, y pese a que ellas mismas operan con registros de incorporaciones emitidos por el Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo (IDECOOP), organismo al que no vacilan en desacreditar calificándolo de “entelequia inoperante e incapaz” e incluso proponiendo su eliminación.
Lo que debe hacerse es acoger el proyecto de Ley consensuado entre IDECOOP y el sector cooperativo integrado en la Confederación a Nacional de Cooperativas (CONACOOP), que facilita la creación de una Súper Intendencia de Cooperativas, bajo el criterio de mejorar la regulación del régimen especial que las normas, procediendo a desincorporar a las instituciones que aunque operan bajo el amparo de la Ley de cooperativas, no se sienten, ni son tales, para que actúen bajo el marco del Código Monetario y Financiero de la República Dominicana, tal y como han venido solicitando de manera reiterada.
Los esfuerzos que se vienen haciendo para hacer a las cooperativas más eficientes y transparentes de lo que ya son, no pueden servir de pretexto para complacer agendas ocultas que buscan desnaturalizar a un sector que como el de las cooperativas ha probado actuar apegado a las estrictas normas éticas y morales, que les imponen sus valores y principios originarios.
El autor es catedrático universitario y gerente de la cooperativa de la UASD.
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