A Pleno Sol
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Manuel Hernández Vilelta (Opinión) |
La reelección es una coyuntura política que no permite
parábolas, ni reflexiones, sino que se impone con un manotazo sobre la mesa,
aplastando y concertando. Siempre la reelección es un camino de fuerzas, donde
se tiene que vencer a los amigos internos y a los enemigos externos.
La repostulación o reelección en la República Dominicana nunca se ha
impuesto con palabras simples, o con el accionar de terceros, levantando
pancartas en las calles. Con la reelección se debe hablar claro, ¡quiero cuatro
años más!, porque los sectores que se pueden conquistar, militantes de otros
senderos, para comprometerse necesitan escuchar a la cabeza de grupo.
El primer escollo que tiene que vencer la posible reelección, es llegar a
acuerdos con Leonel Fernández. No podrá mantenerse en el poder el Partido de la
Liberación Dominicana sin una concertación entre Danilo y Leonel.
De esa concertación se puede dar la reelección, o que se postule a Leonel,
y hasta el dedo podría llegar a uno de los precandidatos. Pero ninguna de las
opciones podría tener un cuño de triunfadora sin acuerdo entre los dos líderes
peledeistas.
Entre los dirigentes medios y de base hay la idea de que se tiene que
aplastar al contrario. Es una forma de pensar en el cheque mensual, ya que con
menos acuerdos habrá más empleos. Las bases nunca piensan, y del hombro para
arriba solo tienen el aire, prestando su cabeza al líder de ocasión.
El PLD tiene fragilidades que le impiden el
aplastamiento interno. Tiene que readecuar sus fuerzas, primero del liderazgo
máximo y luego de las tendencias minúsculas, que buscan su posicionamiento
interno.
En el mensaje de rendición de cuentas del pasado 27 de febrero, el tema de
la reelección no fue tratado. Se dijeron dos o tres frases sueltas, que analistas
políticos interpretaron, pero que nadie puede señalar con claridad cuáles fueron sus intenciones. Cuando en política se
tome el ejemplo de los sermones religiosos, hablando mediante metáforas, se
toma un camino equivocado.
Con una oposición menguada, es decir con el Partido Revolucionario
Dominicano dividido, y un naciente Partido Revolucionario Moderno con fuerzas
no demostradas, se necesita una tormenta política para obtener un primer lugar.
Ni un milagro, y en la política no se dan milagros, porque hay
que ver para creer, podría llevar a uno de los grupos emergentes, rabizas de
los sectores tradicionales, a ganar el venidero certamen electoral. El Partido Reformista Social Cristiano, un cuarto lugar, sin fuerzas ni
siquiera para llevar candidatos propios, los cuales declinarán al doblar la
curva final
Por cualquier lado que se busque solo la unidad garantiza una victoria
electoral, sea en cualquiera de los tres partidos mayoritarios. Todos están en
la espiral de la división y la exclusión, por lo que para ver al ganador hay
que sentarse a esperar quien sale con el sable ensangrentado, por delante de los cadáveres de los que se descuartizaron entre sí. Un viejo proverbio árabe es bueno
y válido para las elecciones dominicanas: Cuando vez pasar el cadáver de tu
enemigo, pon en remojo tus barbas.
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