Honradez, humildad y valentía: “Ojalá que al
final de mi vida yo pueda tener un poco de cada una de esas cosas”. José
Paliza, senador Puerto Plata
José Paliza y Neo Carmona |
Las redes sociales no sólo
llegaron para cambiar completamente la forma en que nos comunicamos e interactuamos
con el resto de la humanidad, sino también para ser la mejor vía que nos
permite llegar a quienes en sus diferentes ámbitos, ocupan la cima de la
pirámide.
Así, nos bastaron los 140
caracteres disponibles en la red social twitter para pedirle al senador por la
provincia de Puerto Plata, José Paliza, que nos concediera una
entrevista.
En cambio, el senador sólo
necesitó 17 segundos y 10 caracteres para responder positivamente a nuestra
petición: “¡Con Gusto!”
Coordinar la entrevista requirió
más tiempo y caracteres pero igual fue twitter la plataforma comunicativa, y ni
hablar de la disposición y amabilidad desprendidas en el mensaje del senador:
“El martes estaré en Santo Domingo, 10:00 A.M., en el Congreso”.
Una vez concretada la fecha, el
lugar y la hora de la entrevista, el resto fue esperar el cese de la lluvia que
nos cubrió todo el fin de semana, incluso provocando grandes inundaciones e
incomunicación vial en gran parte del país; superar la inmensa burocracia de
seguridad que permite a los simples mortales ver a sus representantes en el
congreso, y llegar hasta la gentiliza sin igual del personal de la oficina del
senador para poder, una vez autorizado pasar a su despacho, más que
entrevistarlo, descubrir a un joven tan amable y asequible como en twitter pero
ya sin la limitante del frío espacio virtual y los caracteres que nos habían
separado.
Vestido impecablemente de una
chabacana blanca, con el pelo fino y rubio peinado hacia atrás; relajado,
dispuesto en su escritorio al final de una oficina adornada solo con lo
necesario y como quien espera, ya no a un estudiante que vía twitter le pidió
una entrevista y que viene a ocupar su congestionado tiempo en el congreso
sino, a un amigo que necesita saber de su experiencia, el senador Paliza nos
esperaba entusiasta, con sus manos apoyadas una encima de la otra sobre el
escritorio; en medio de su agenda, su celular y, entre otros libros, el último
poemario de Mateo Morrison, Terreno de Eros.
El joven senador, sin imaginar
siquiera que mis ojos habían reconocido el libro, nos invitó a sentarnos y a
iniciar una conversación tan amena como sorprendentemente enriquecedora.
La entrevista completa se
desenvolvió en una disyuntiva interna constante entre tratarle de “usted” como
señal de respeto a su investidura o tratarlo de “tú” como sugieren sus 35 años,
disimulados con apariencia de 24 (mucho menor que yo) y, en el extremo, usar el
“señor senador” que manda el protocolo y que salido al final para despedirlo,
aunque amable, fue cortado tajantemente: “no me digas señor senador que soy
joven igual que tú. Además, soy un servidor público”, salvando ante nosotros
así tanto su condición de joven ignorada en el trato como rechazando de cuajo
esa distancia abismal existente entre representante y representado.
A Paliza, la humidad es algo que
le sobresale natural tanto como sus amplios ojos verdes que parecen una
montaña: “bueno, yo no sé si mi familia es tan influyente y reconocida como tú
dices pero yo me crié en un pueblo y los que vivimos en un pueblo, nos criamos
en un pueblo, estamos siempre mucho más en contacto con las cosas que están
alrededor suyo que quizá los que viven en grandes ciudades”, nos dice
mirándonos directamente a los ojos.
De esta forma justifica su
incursión en la política a pesar del peso e influencia del apellido de su
familia, a la que agradece su conciencia y responsabilidad social para
participar en política y, a través de un partido, presentar una candidatura en
una propuesta electoral.
Paliza no deja que su pasión por
la política lo ciegue. Sabe que es un mundo en que se dan muchas cosas y como
asiduo internauta de las redes sociales que es, sabe también que estas se usan
de forma muchas veces irresponsable, por lo que sin tapujos nos confiesa su
temor a esa exposición de su vida personal y familiar que muchas veces
significa la participación en política.
En lo personal, le afecta mucho
cualquier comentario o crítica que no sea justa. “Aún yo no tengo la piel muy
gruesa. No tengo una piel muy de cocodrilo”, se justifica.
Se considera asimismo “como una
persona decente, un político decente que intenta ser un político serio. Y así
quisiera ser reconocido a su paso por el congreso o en la vida pública que
pueda desarrollar”, manifiesta.
No obstante las dificultades que
le reconoce a la carrera política, al culminar, quiere poder entregar eso como
un legado a sus hijos y a los que vienen haciendo política, antes que cualquier
logro, que cualquier utilidad, cualquier cosa que pueda alcanzar. “Que la gente
pueda entender que yo aún en lo difícil que es la política, me he mantenido lo
más justo y honesto a las mejores prácticas”, anhela.
Al hablarnos de lo que piensa su
familia, sobre todo su esposa, de que participe en política, es inevitable en
sus palabras la mezcla de lamento y orgullo. “La política te quita mucho
tiempo. Te quita tiempo de cosas que son muy importantes. Te quita del centro,
de momentos que son obligados y también te convierte en una persona que vive
bajo mucho estrés y una vida muy rápida. Pero mi familia siempre me apoya,
siempre me ha apoyado. También mi esposa con quien me casé recientemente”,
precisa aunque reconoce que todos se preocupan y les duele de alguna forma su
paso por la política.
Con relación a su hijo, bromea:
“tiene un mes de nacido, tendremos que preguntarle más adelante”, dice con una
pequeña risa que relaja aún más el ambiente de confianza que inunda la oficina.
José Paliza no le teme a nada. Ni
piensa que a sus 35 años sea prudente hablar de algún mayor logro cuando tanto
le falta por desarrollar en su vida.
Viene todas las semanas por dos o
tres días a Santo Domingo por lo que lleva una vida muy ajetreada entre su
familia, sus amigos, sus responsabilidades en el congreso, sus negocios,
los cuales no descuida por su convicción de que su cargo no lo ocupará
eternamente. “Nadie ha sido ni diputado ni senador toda la vida. Y si descuido
mis negocios, ¿de qué voy a vivir luego?”, se cuestiona.
José Paliza es consciente de que
la política no es la única y mejor forma de dejar un legado ni de hacer grandes
cosas por la sociedad, por la familia o para lograr cambios en la vida de las
personas. Y ese es un mensaje lleva a los jóvenes cada vez que es invitado a
conversar con ellos sobre la participación política y en iniciativas públicas.
Sin menoscabo, reconoce que la
política no es la forma más expedita ni la más simple para hacer cambios pero
sí que es la forma que él eligió para ello. “Yo siempre le pongo de ejemplo a
los jóvenes que en el sindicalismo o el gremialismo, en la defensa de los
derechos ambientales, en los deportes, en la tecnología, en las diferentes
áreas del quehacer social, se pueden hacer cambios quizá tan profundos o más
que las más profundas de las revoluciones políticas que uno se pudo haber
imaginado”, opina con expresión de total convencimiento.
Al preguntarle cuales serían las
tres palabras que pudieran definirlo, sin titubear mientras saboreamos el café
que nos había ordenado amablemente un señor en el antedespacho, yo sin azúcar y
él con azúcar de dieta, el senador vuelve a sus orígenes, a su padre, a su
infancia, a la meseta de la casa y a otro de sus más importantes anhelos: “mi
papa una vez me sentó en la meseta de su casa y me dijo que todo hombre debía
basarse o cimentarse en tres valores: en honradez, en humildad y en valentía.
Ojalá que al final de mi vida yo pueda ser un hombre con un poquito de cada una
de esas cosas” expresa explicándonos que esa fue la mejor enseñanza que recibió
de su padre, al que define como un hombre con mucha valentía, que hacía muchas
cosas.
De su madre admira ese carácter
fuerte que no parece serlo pero que lo es. Y como todo buen político ante una
pregunta considerada difícil, se niega a respondernos si tiene más de su padre
o de su madre. “Si te respondo esa pregunta me vas a hacer meterme en un
problema. Mi papá murió y ya no está para defenderse”, expresa con algo de risa
pero si dejar en lo más mínimo de hablar en serio.
No se cree un predestinado del éxito. “Yo me atreví”,
afirma con total naturalidad como un mensaje de despedida, como un consejo de
aliento y motivación para esos jóvenes que siendo de su misma edad, incluso más
jóvenes, no han cosechado sus niveles de éxito.
Estudiante y servidor universitario
No hay comentarios:
Publicar un comentario