Por: Neo Carmona
Opinión |
Luego del revés sufrido por la
doctora Emma Polanco Melo en las elecciones de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD), del año 2014, en las cuales, por un estrecho margen, el hoy
rector de la UASD, doctor Iván Grullón Fernández, resultó electo como máximo
ejecutivo de la academia estatal, más de uno pensó que Doña Emma se retiraría
del escenario político uasdiano pues, después de todo, méritos y aportes
incuestionables a la UASD y al desarrollo de la educación superior dominicana
durante toda una trayectoria de servicios, tanto dentro como fuera de la
institución, le aseguraban un retiro con los más altos honores.
Contrario a verse derrotada y
fracasada en su intento de bien dirigir los destinos de la Universidad Primada
de América y de poder devolverle desde la rectoría, mediante una gestión
eficiente y de calidad, todo cuanto esta institución le ha dado, doña Emma se
propuso a sí misma no ser la piedra en el zapato de la gestión del doctor Iván
Grullón y se concentró en llevar nueva vez, con más entusiasmo y determinación,
su propuesta a todos/as los/as universitarios/as en todos los rincones de la
geografía nacional donde la UASD tiene presencia.
Que a 7 meses de las elecciones
de autoridades universitarias Emma haya logrado consolidarse indiscutiblemente
como la próxima rectora de la UASD y que con el mayor tiempo de anticipación
que se conozca haya formado su equipo de vicerrectores y aglutinado los más
amplios e importantes apoyos de las fuerzas políticas de la academia, no es
solo una evidente muestra de su gran liderazgo y preparación académica y
gerencial para ocupar la rectoría sino, además, es una muestra innegable de que
su propuesta rectoral es la mejor garantía para la estabilidad, bienestar y
preservación de este patrimonio del pueblo dominicano.
Es, por demás, un ejemplo de su
gran compromiso, trabajo y dedicación sin igual para
luchar junto a todos y todas los y las que creemos y estamos conscientes de que
la UASD merece y necesita ser mejor para beneficio del pueblo dominicano al que
nos debemos, de la propia institución; así como de profesores, estudiantes y
empleados que componemos la familia universitaria.
Ese gran sueño, de esa UASD, solo
con Emma es posible.
El autor es estudiante y servidor universitario
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