Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno Sol
Opinión |
Los choques entre las grandes potencias parecen indetenibles. Los Estados
Unidos, Rusia y China se quieren repartir el mundo por diferentes áreas, en
esta nueva etapa que supera a la guerra fría en armamentos sofisticados.
Hay también una línea de división en Europa: Francia a un pie
del regreso a la derecha, Inglaterra amenazada por divisiones internas, Italia
sin fuerzas económicas y políticas y Alemania tomando vuelo por encima de la
Otán.
Los Estados Unidos hoy no son considerados los aliados naturales para una
Europa que busca un destino propio, porque resurge la idea del gran
imperio, de líderes del mundo, y esa visión su presidente la va a defender con
acciones militares o presiones económicas.
Alemania se levanta como el país guía en la lucha por la
hegemonía en el viejo continente, teniendo como un gran rival a la
Gran Bretaña, que sin un norte nacional a seguir ahora mismo se conforma
con ser aliada de los norteamericanos. Nunca apostó a la unión europea, y
ahora desea hundirla.
La lucha entre las grandes potencias es por razones económicas, y lo
trágico es que dé el choque central en naciones subdesarrollada,
que son utilizadas como punta de lanza para atizar los deseos imperiales de
nuevos y viejos gobernantes.
Los principales focos que impulsan la posible tercera guerra mundial se
encuentran en Siria y corea. Una acción impensada de un militar de avanzada
podría llevar al mundo a la hecatombe. Una tercera guerra mundial no tendrá ni
vencidos ni vencedores, todos seremos derrotados.
Una gran concertación entre las superpotencias podría aligerar la crisis
mundial actual, pero por desgracia se está imponiendo la línea de dominar
el mundo, sin importar quien caiga, porque es más importante
levantar a la industria de las armas.
Un ataque preventivo de los Estados Unidos a Corea podría llevar a
ese gobierno a cometer la locura de accionar cohetes nucleares de corto
alcance. Los Chinos son sus protectores, y un ataque de ese tipo sería una
humillación a sus planes imperiales, que de seguro no verían en silencio y de
brazos cruzados.
Pasaría lo mismo ante un nuevo ataque de los mísiles norteamericanos
a Siria. Es más, la madre de las bombas lanzada recientemente en Afganistán,
parece ser una amenaza cierta a Corea, que tiene instalaciones militares
subterráneas.
Fue parcialmente superada la crisis que se planteó con la
salida de Ucrania del bloque Ruso, para ser pro-occidental, y la
respuesta de Putin al dividir a ese país y reconquistar Crimea. Sin
embargo, los estertores de esos movimientos político-militares no fueron
extinguidos, y se unen a los nuevos choques.
Temo que siguen el trote hacia la tercera guerra mundial. Pienso que el
inicio fue con la caída de irak y Saddan Hussein, y el experimento fallido de
la llamada Primavera Arabe, que acabó con gobiernos de tinte izquierdistas en
la zona, pero provocó la guerra civil de Siria, la lucha fratricida
de Libia, los enfrentamientos en el medio-oriente y el golpe
de estado Egipcio.
La recomposición económica, social y militar se está dando en el medio
oriente y Corea, tierras lejanas, pero con globalización económica y la
modernidad tecnológica militar, los efectos de una tercera guerra mundial
serían devastadores para el mundo entero. Ojalá y los líderes de las grandes
potencias puedan hacer una pausa y pensar, antes de que sea demasiado tarde
para todos. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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