Robert Vargas, director Ciudad Oriental |
SANTO DOMINGO ESTE.- El periodista Robert
Vargas ha denunciado la tarde de este sábado
un plan criminal en su contra disfrazado con la vieja tesis de los matones de
periodistas conocida como “darle un susto” que normalmente termina con la muerte.
Vargas es director del portal
ciudadoriental.org, quien ejerce el periodismo como un sacerdocio, como lo hizo
en sus años de maestros en el Liceo Ramón Emilio Jiménez y en otras aulas.
Es periodista antes de que muchos de los
que hoy planifican “darle un susto” salieran a la arena política, dónde se han
hecho todopoderosos y se creen intocables.
En República Dominicana, y especialmente
en este municipio todos se conocen y las acciones de algunos personajes corren
de boca en boca, aunque no sean portadas de los medios impresos que poca
atención tienen a los problemas locales, ni de los digitales de aquí.
Sin embargo, a los que se proponen “darle
un susto” a Robert le recuerdo que no deben olvidar que “los muertos hablan” y
sacan a flote podredumbres que algunos silencian por “miedo”, “prebendas”,
“complicidad” o simplemente “indiferencia”.
Robert Vargas no está solo, y sus amigos
tampoco queremos que “le den un susto”, pero estaremos ahí para defenderlo y
señalar a los autores que se amparan en la impunidad imperante en el país para
quitar del medio a los que les resultan incómodos.
Aunque Robert no acuda a las instancias
establecidas para “proteger” a los ciudadanos le pido que ponga al tanto al
Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) y al Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Prensa (SNTP), así como a los amigos que siempre hemos estado a su lado,
seguro que no lo dejaremos solo.
A continuación reproducimos la nota
publicada por el buen amigo y colega en su portal ciudadoriental.org.
El peligro de pretender darle un “susto” a
un periodista
Por Robert Vargas
Les cuento que un día cierto grupo de militares escucharon al ex presidente
Joaquín Balaguer decir algunas cosas “muy duras” respecto del periodista
Orlando Martínez.
A quienes escucharon la conversación se
les ocurrió “darle un susto” a Martínez, entonces columnista del periódico “El
Nacional” y director de la “Revista Ahora”, la más prestigiosa e importante de
su tiempo.
Los militares en cuestión buscaron a un
matón para que le diera “unos palos” al periodista, pero el asunto se salió de
control y Orlando Martínez terminó muerto con el cuerpo perforado por las balas
allí, en la calle Cristóbal de Llerenas, en la zona universitaria.
Con el paso del tiempo, decenas de años
más tarde, todos los implicados materialmente en el crimen terminaron con
condenas de 30 años de prisión.
Balaguer se salvó por la debilidad de la
justicia dominicana.
En otra ocasión, a otro grupo de militares
se les ocurrió darle un susto a Narciso González, Narcisazo.
Lo secuestraron en una de esas calles de
la capital y se lo llevaron al tenebroso “Mercadito”, en la base militar de San
Isidro, sede de la Fuerza Aérea Dominicana.
Ocurre, sin embargo, que cuando estaban
“asustando” a Narcisazo, este “se le dañó”, por lo que no se lo recibieron en
la Policía y terminaron disponiendo del cadáver.
Los años pasaron y la República Dominicana
fue condenada en la Corte Interamericana de los Derechos Humanos por ese crimen
de Estado.
Todavía los autores materiales de ese
horrendo crimen están libres, pero tiemblan cada vez que ven algún escrito como
este, puesto que saben que el tema no ha caído en el olvido.
Les comento estas “anécdotas” para
decirles que cierto importante funcionario ha estado cometiendo el
“error” de decir “barbaridades” en torno a Ciudad Oriental y, más
específicamente, en relación a mí.
Estas expresiones, muy duras por cierto,
parece que han sido interpretadas por algunos de los sujetos que le rodean como
insinuaciones para que me den “un susto”.
Estos individuos ya se han estado
reuniendo y planificando la forma de “enviarle un mensaje a esa mierda (o sea,
yo)”.
Las confidencias sobre esos presuntos
planes ya me llegaron.
Han analizado, por ejemplo, si simular que
me “atracan”, tengo “un accidente de tráfico” o, simplemente, respondo a una
supuesta “provocación”.
También analizan otras modalidades de
enviarme un mensaje para que Ciudad Oriental cambie la línea editorial.
Quienes estarían en eso no son gentes del
Distrito Nacional, sino otras firmemente asentadas en Santo Domingo Este y, al
parecer, con bastante experiencia en esas tareas.
Quienes nos han alertado de lo que
estarían planificando, nos han pedido en forma vehemente que nos cuidemos,
incluso que no andemos solos.
Yo seguiré como siempre, con mi cámara en
las manos, buscando noticias aquí y allá y sacando a flote todo lo que
entendemos puede ser de interés para el municipio Santo Domingo Este.
NO VARIAREMOS LA LINEA EDITORIAL DE CIUDAD
ORIENTAL, no me luce a estas alturas.
Si alguien quiere tener una idea de dónde
podrían estar dándole forma a los planes de “darle un susto a Robert Vargas”
solo tiene que darle seguimiento a la línea editorial que desarrollamos.
Ciudad Oriental nació así y de esa forma
seguirá.
No adoptaremos medidas de seguridad más allá
de lo normal.
Total, nadie se muere un día antes ni un
día después.
Sin embargo, si a alguien se le ocurre
pasar de los planes a los hechos, solo espero que quienes nos han seguido con
fidelidad durante estos casi 17 años de periodismo totalmente independiente,
sepan hacer justicia sin esperar a lo que digan ciertos tribunales que nunca
sancionan a ciertas personas.
Espero que cierto líder hable con su
entorno y le advierta sobre lo extremadamente peligroso de lo que ellos están
planeando, quizás a su espalda.
Lo menos que necesita este gobierno es que
asesinen a un periodista por la estupidez de algunos a los que cierta
cosa se le ha subido a la cabeza..
De todas maneras, ya he dejado grabado en
vídeo y al alcance de un click para ser publicado, un vídeo en las redes para
que, en caso de que algo me suceda, sin importar si es que me caigo en la
calle, tengo un accidente de tráfico, se incendia mi vehículo o algún ratero
intenta robar mi equipo de trabajo, lo haga público de inmediato.
Desde que yo no pueda valerme por mi mismo
debido a una de esas posibles eventualidades, el vídeo saldrá a la luz pública
y, en consecuencia, será la palabra de un muerto contra la de los que
planifican el susto y su líder.
Así es que, yo he vivido bastante.
No quiero morir ahora.
Pero si me asesinan quizás alguien pierda
el sueño de ahí en adelante.
Pretender dar “sustos” a periodistas es un
juego muy peligroso.
Creo yo.
Ni siquiera les pediré a las autoridades
que investiguen nada.
¿Para qué?
Prefiero confiar en la justicia popular.
Y, además, es más que evidente que quienes
están en plan de dar “un susto” no tienen idea del lío que le pueden provocar,
no solo a su líder, sino al gobierno.
Y gracias
por leer esto hasta aquí.
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