A Pleno Sol/Manuel Hernández Villeta.
Opinión |
La economía parece ser una ciencia que se pone la careta de Jano en cada
una de sus inquietudes. Es veleidosa, certera y artera y en
determinadas ocasiones, mentirosa. Dice una cosa que es verdad, y otra, aunque
no lo exprese, que también lo es; esos son sus efectos colaterales.
De ahí que la economía tiene sus ondas expansivas. En una ocasión son para
producir mayor cantidad de riquezas, pero en otras únicamente es el zurco de la
miseria más espantosa, que deja en su marcha el desarrollo globalizado.
Jano era un dios mitológico de dos caras. Una hermosa y otra fea, pero
convivía con las dos. Una verdad y la otra fantasía, pero las dos coexistían.
Riqueza y miseria son dos caras de una misma realidad, y a la fuerza tienen que
coexistir.
El último balance de la economía dominicana realizado por el Banco Central
habla de que hay un crecimiento sostenido, y dice la realidad. Hay
nuevos centros comerciales, florece la industria, la agroindustria entra en
etapa de tecnología, el turismo es sólido y en la inmobiliaria, aumenta el
número de los pequeños rascacielos.
El Banco Central apunta sobre realidades que se ven en la economía. Es una
de las caras de Jano, la alegre, la de muchas luces, la que habla de desarrollo
y grandeza, que se dan dentro de la estructura productiva.
Aunque la parte de la miseria no fue tratada en esas estadísticas, es la
cara fea de Jano que está presente cada día. Sigue siendo el grave problema
nacional que las riquezas están de un solo lado, no tienen una justa
distribución, el capital no tiene rostro humano y los pobres hace tiempo que
perdieron la faz, para llevar la máscara de la desgracia.
A los capitalistas dominicanos y a los inversores extranjeros es bueno
recordarles que la mayor parte del pueblo está pasando hambre, vive en áreas
marginadas, no tiene futuro, asiste a precarias escuelas, tiene que pasar
hambre para poder ir a la universidad y en ocasiones deja la carrera a medio
término, por carecer de recursos y cuando enferma, se muere por no tener
asistencia médica.
Es culpa de coyunturas, en un país capitalista o en etapa de desarrollo,
solo llegan a las estadísticas los triunfadores o los muertos. En la etapa
media es difícil mantenerse. La llamada clase media es arrastrada por el
proletario, y las desigualdades sociales son más anchas que nunca.
El salto social solo lo dan contados representantes de las clases sociales
emergentes, Se nace y se muere ambicionando un futuro que ni siquiera se puede
tocar con el pensamiento. Parecería que es un espejismo provocado por el
reflejo del sol en las arenas del desierto. De lo que no quedan
dudas es de qué hay que cambiar estos guarismas.
Hay que reducir los márgenes tanto de las riquezas desbordadas, como de la
miseria aterradora. Hay que dar un rostro humano y sacar una lágrima a esos
detentadores de ese cúmulo de riquezas, y quitar la máscara de la tragedia a
los marginados, para colocarles un rasgo de alegría. Poco importa que sea de la
sonrisa del payaso, que hace reír al público, mientras por dentro sus heridas y
pesares le hacen brotar lágrimas que muchos piensan que en vez de dolor son
reflejos de risa contenida. Dios Mío, ¿Dónde está el paraíso?.
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